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Un lugar seguro

Había escuchado varias veces la advertencia de no dejar entrar humanos a la Morgue, bueno, al menos no vivos.

Los humanos habían dañado a los monstruos, los habían roto y humillado tanto que se había decidido dejarlos fuera, éste iba a ser nuestro lugar seguro. Pero yo no recordaba haber interactuado con alguno antes.


Cargar con el Cuervo dentro de mi cuerpo es agotador, todo ese dolor, la oscuridad, algunas veces quería salir, sentir el sol, volver al mundo de los humanos, a verlo una vez aunque sea.


No pasó mucho tiempo antes de que el Cuervo se diera cuenta de que tenía estas ideas. Me confrontó, me explicó cómo cuando yo era sólo una chica sin él había sido lastimada en repetidas ocasiones, de cómo los humanos hieren al no creer en monstruos. Intenté escucharlo, juro que lo hice, sin embargo cuando una idea entra en mí es difícil dejarla ir tan rápido, así que le pedí hacer un trato para dejarme salir.


El trato era este: iba a salir por unos días, el Cuervo se iba a esconder en lo más profundo de mí y yo iba a fingir ser un humano normal, si algo salía mal, él se iba a apoderar del cuerpo nuevamente y volveríamos a la Morgue.


Así que salí.

El mundo a primera instancia no se veía tan malo. Sonreía mucho, el sol estaba siempre presente y me sentía muy despierta.

Los humanos comenzaron a verme, me veían a mí, no al monstruo, veían a ese ser sin oscuridad, a alguien feliz, y fue entonces donde empezó la advertencia del Cuervo.

Desde lo más profundo de mi ser me decía que volviéramos a la Morgue, que no iba a salir bien. No lo escuché y continué.


Me creí la idea de que podía crear un mundo seguro ahí afuera, de que podía conocer a más humanos y tener un lugar seguro con ellos, que si yo les mostraba al Cuervo y les contaba la historia todo iba a salir bien.

Claro que estaba muy equivocada, sin embargo no había forma de saberlo, tenía que vivirlo yo.


A los pocos días la oscuridad se hizo más presente, es difícil esconder ese lado tuyo por tanto tiempo, y los humanos se empezaron a asustar. Se alejaron, al parecer yo atraía al Miedo y él entraba en sus cabezas y los hacía desconfiar de mí. Todos mis lugares seguros se esfumaron.

Intenté pedirles que se quedaran a mi lado, que no era tan malo, que mi mundo no los iba a lastimar, pero ahí afuera nadie escucha a un humano que cree en monstruos.

Después de esto el mundo de los humanos se sintió tan frío que ahora fui yo quien tuvo miedo. El Cuervo sintió mi cuerpo debilitarse y se levantó ahí, frente a todos.

Sus alas me cubrieron totalmente y entonces todos lo pudieron ver, lo vieron enorme, oscuro y enojado sobre mí.

Me rendí y lo dejé llevarme de vuelta a la Morgue.


Entramos y todos los demás estaban ahí, me veían asustados, olía a mundo exterior. El Cuervo me cubrió los ojos con sus plumas y me llevó de vuelta a nuestra habitación.


Al volver a nuestra habitación cerré las cortinas y vi a un humano a lo lejos viéndome. Me había seguido hasta la Morgue. Abrí la ventana para gritarle que no se fuera y decirle que todo iba a estar bien, pero el Miedo lo descubrió y se acercó a él como esa neblina poderosa que es y lo consumió. Vi cómo corrió lejos de la Morgue.


Me recosté y sentí de nuevo cómo el Cuervo se recostaba sobre mí y se adentraba en mi cuerpo volviéndolo suyo de nuevo. Mis lágrimas caían sobre sus plumas y poco a poco borré ese sueño de volver a salir.


Hoy sé que no tomé una mala decisión al volver a la Morgue, es un camino muy solitario para aquellos que creen en monstruos y sé que no hay muchos humanos dispuestos a recorrer ese camino a mi lado.




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