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Previo al caos


Tuve el don de la videncia. Conozco mi destino y soy incapaz de cambiarlo. ¿De qué sirven las visiones? Por un tiempo resultó emocionante conocer lo que el devenir de las horas oculta. Mi curiosidad me alejaba de mí. ¿A quién pertenecían esas visiones? ¿A mí? No tengo raíces. El conocimiento que se otorgaba respondía a un orden superior. El saber el futuro me pareció suficiente.

Las cartas se volvieron más confusas. Nunca una descripción exacta, siempre anunciando el encuentro. ¿Con quién? ¿Por qué? Dos de copas... ¿A caso el amor se puede leer en una carta? Entonces, fumaba ansiosa. ¿Quién podría ser? ¿Por qué se me anunciaba?

Mi padre era un viejo que me enseñó a leer la mano de niña. Un amigo suyo, un gitano, le enseñó a leer la mano. Se decía que sobre él caía una maldición que lo llevaría a la ruina. Una maldición tan grande que involucraba a su familia. Fue mi madre quien me lo dijo. ¿Es cierta esa profecía?

Conozco mi destino. ¿Para qué?






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