Muerte Natural
Autor: Elrond Aranzabal
El sudor de sus manos se secó cuando la horrible visión cruzó por sus ojos una última vez, y el sabor de la sangre en su boca desapareció para hundirse en la profunda oscuridad de la vacuidad mortal.
Era una de esas mañanas en las que el sonido de las cosas, hasta el más suave susurro de una hoja otoñal cayendo al suelo, parece macabro, como cargado de alguna especie de energía negativa, una sensación que incrementa de una forma lenta y gradual mientras el sol se va acercando al oeste; algo que nace desde el estómago y va creciendo hasta que sientes la respiración entre cortada. El viento era raro, al tocar su rostro se sentía una calidez anormal, pero también algo escondido, un susurro gélido que musita cosas negativas en lenguas desconocidas, como si un lado desconocido de la madre naturaleza estuviese murmurando palabras premonitorias, como un recuerdo de que todos vamos a morir y servir como la fétida energía del futuro, cuando la humanidad haya desaparecido y crezcan arboles sobre los edificios destruidos y enterrados decenas de metros bajo tierra, como si ese viento que invita a una tormenta nocturna este hablándote sobre su venganza violenta.
No importaba ahora el susurro del viento, cualquier cosa carecía de importancia en el desconocido vacío de profunda inconciencia, aquello que a los mortales les gusta llamar muerte.
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