LAS RATAS
El comisario Contreras traía un difunto con la ambulancia del forense, y parecía muy afligido, por lo que le invité a tomar un café, junto con Tristán, mi ayudante.
_Me pone muy triste lo que ocurrió. La fallecida es doña Ofelia. La conozco desde niño. Una mujer muy buena y dulce.
´´Vino la señora Ordoñez, dueña de la
mansión donde trabajaba Ofelia como cocinera, con una denuncia en su contra. La mujer había perdido hace poco a su pequeña hija, y dudando de la supuesta muerte natural de la niña, acusó a la Ofelia de envenenarla.
´´Basaba su acusación en haber encontrado en el cuarto de la cocinera un gran lote de
veneno para ratas.
´´No me pareció justificación suficiente como para fundamentar su acusación, pero la rica y poderosa mujer tiene contactos, y de inmediato me llamaron superiores para
investigar el caso, y detener a Ofelia.
´´Me dio vergüenza proceder. Le pedí disculpas a la señora, diciéndole que solo estaría demorada unas horas, hasta que se aclarara el malentendido.
´´Cuándo le pregunté el porqué del veneno entre sus pertenencias, me contó que Jorgelina, la niñita fallecida, se quejaba de la presencia de ratas en el sótano, donde le encantaba jugar, pese a la prohibición de su madre de ingresar al
recinto.
´´Ofelia la consentía en todo, ya que la mamá no le brindaba atención suficiente.
´´Decidió esconder la compra, para exterminar los roedores que asustaban a la niña
a escondidas de su patrona.
´´Yo le creí. El tema es que la denuncia estaba tomada, y tendría que aguardar hasta
la exhumación y autopsia de Jorgelina, para liberar a Ofelia de la prisión.
´´Busqué un abogado que procediera para lograr prisión domiciliaria de la cocinera, a
quien consideraba inocente de todo delito, pero fue muy tarde.
´´No sé cómo logró las fuerzas para hacerlo, pero Ofelia rasgó su humilde vestido, y
fabricó una cuerda, de la que se colgó, dejando en la pared de su celda un mensaje:
´Soy inocente, pero la vida sin mi querida niñita no tiene sentido. Revisen el sótano´
Los forenses retuvieron el cuerpo, por protocolo.
´´Esperé el informe de la autopsia de la niña. Tal como lo sospechaba, la pequeña
había muerto a causa de un fallo cardíaco por una enfermedad congénita que no se
detectó nunca.
´´No dudé en conseguir una orden de registro. Lo logré pese a las presiones de
accionar contra la poderosa mujer.
´´Para mi sorpresa, la Ordoñez no mostró la más mínima resistencia al control. Se
la veía derrotada.
´´Ella misma nos indicó donde buscar. Tiramos abajo un muro que escondía un viejo
armario empotrado en la pared. Dentro de él, estaban los restos de un neonato, momificado.
´´La mujer, dejando escapar una lágrima solitaria.
´´Nos contó que el niño era fruto de relaciones extramaritales con un joven de color.
´´El marido se ausentaba largas temporadas por viaje de negocios. Ella llevó el
embarazo con miedo y angustia, ya que no sabía de quién era el bebé.
´´La suerte le jugó a favor, ya que el parto se adelantó, y tuvo al niño antes del
regreso del esposo, corroborando que la criatura era de color.
´´Comprando la voluntad de la comadrona que la asistió en la casa, pidió que la
dejaran sola. Asfixió al pobre niño con la almohada, y valiéndose de sus contactos,
falsificó un certificado de nacimiento y defunción.
´´Le comunicó al marido la ´terrible noticia´ de que el hijo que esperaban nació
muerto, rogándole no mencionar el tema, porque estaba muy choqueada por los
hechos, y temía terminar con una depresión al remover la herida.
´´El buen hombre, con mucha tristeza, respetó su voluntad, ignorando la terrible
verdad escondida.
´´Luego, con el nacimiento de Jorgelina, casi se olvidó de su horrible crimen.
´´Su marido la dejó viuda al poco tiempo de nacer su hija, y la mujer le
tomó fobia a la niña, por su obsesiva costumbre de bajar al sótano ´para jugar con su
hermanito´.
´´Absolutamente espantada y llena de remordimientos y rencor, al tener alguien que le
recordaba sus abyectos actos, le prohibió a la pequeña entrar allí, y tomó distancia de
ella, dejando que se criara bajo la tutela y el amor de Ofelia.
´´Creyendo que todos eran capaces de maldades tan oscuras como ella, se obsesionó
con la idea de que la cocinera había envenenado a su hija, quizá como una venganza
del destino.
´´Actualmente, la Ordoñez está presa, y por lo que intuyo, dispuesta a pagar sus
culpas, luego de tantos años de impunidad. Prefirió en su momento matar a su bebé
para no perder un matrimonio de interés con un proveedor generoso, antes que
enfrentar su infidelidad, delatada por el color de piel de su niñito.
´´He organizado una colecta para que se le dé a Ofelia una despedida más que digna.
´´Al menos, se merece esto. Sé que ustedes hallarán el modo de que la pobre mujer
tenga un descanso pacífico.
No acepté el dinero. Pedí que se donara para instituciones benéficas, en nombre de
Ofelia.
No bien comenzamos a preparar el velatorio, al acercarnos al cuerpo, apareció su
espíritu, con un gesto de aflicción, tocándose el pecho.
Hice una incisión en el pecho del cadáver, y extraje una rata disecada mordiendo el
corazón de la difunta.
Era la materialización del dolor que tenía por haber perdido a su amada niña, y para
colmo de males, acusada posteriormente de su muerte.
Con Tristán impusimos nuestras manos frente al espectro, transmitiendo con mucho amor que pronto se encontraría con su niña, y que todos sabían de su inocencia.
Se le distendió el rostro, deformado por la amargura, transformado con un gesto de liberación.
Nos saludó antes de marchar hacia la luz, en pos de su reencuentro, absolutamente en paz.
Pudimos proseguir, satisfechos, con el velorio de Ofelia.
La rata está en uno de los frascos de mi colección, recordando las abyectas acciones de quienes prefieren satisfacer sus necesidades y placeres, aún a costa de un crimen, y mantener años y años mentiras horribles.
Créanme, mis amigos: tarde o temprano, la verdad nos alcanza, y nos aplasta con el poder de una justicia que va más allá de la humana.
Los espero en La Morgue, como cada semana. Y si llegan acá por otras causas, traten de blanquear antes secretos oscuros y mentiras.
Sé muy bien por qué se los digo…
Edgard, el coleccionista
@NMarmor
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