Historias aberrantes
Aberrantes son las historias a medio vivir. Es vivir a medias. Como cuando Elena conoció a
Edgar. Él llegaba a casa de Emma, no creía que fuese a quedarse por mucho tiempo, sólo
quería entrar al baño y orinar. Elena, se mudaría a una nueva casa que tardó en
construirse más tiempo de esperado. Para comprar la casa, primero vendió el
departamento con promesa de entrega a seis meses y después aceptó un trabajo que
poco le agradaba. Al cumplir los seis meses, sin casa, Elena pidió a Emma que la dejara
vivir por un tiempo no definido, No más de dos meses, que se convirtieron en tres.
En esos tres meses Elena pasó más horas en la oficina que en casa de Emma, de no
haberse comprometido a pagar la casa, su renuncia la habría dejado en el escritorio del
Lic. Brito semanas atrás . Sin embargo, esa tarde en que Edgar llegó a casa de Emma, Elena
enfermó gravemente, el doctor sólo le dijo que guardara reposo y descansara algunos
días. Ella que conocía bien al Lic. Brito solicitó trabajar en casa para no perder su trabajo.
Las cosas fueron peores, Elena bajó de peso abruptamente. Emma no daba crédito al
nuevo aspecto cada día más demacrado. Cuando Edgar vio la silueta de Elena en contra
luz del ventanal de la sala, algo en interior de él se movió. Elena leía un libro de
contabilidad o eso creyó Edgar, el día del funeral de Elena, se enteró que en el pasado ella
había sido actriz de una compañía de poco prestigio y que para sobrevivir a la miseria del
arte se casó con un viejo productor de teatro que al morir le dejó todos sus bienes. Cosas
mundanas para esa ambiciosa mujer.
Esa tarde, en casa de Emma, Edgar vio en Elena algo que no pudo descifrar tiempo
después. Entró al baño sin interrumpir la lectura y salió de la misma manera. Elena pudo
ver al intruso entrar, ella también había visto algo en él. Ese “algo” sería un secreto que se
llevaría a su tumba. Edgar se detuvo un instante antes de salir. La miró, dudó unos
instantes y abrió la puerta. Cuando habló siete días de ese anodino encuentro lleno de
recovecos pasionales, Emma le explicó que Elena había muerto y que se encontraba
camino al funeral. Edgar, sorprendido pidió acompañarla. En el funeral, una mujer de
negro se acercó a él. Debió hablarle ese día, las oportunidades no se repiten dos veces, y se
retiró sin decir nada.
Cuando Edgar habló con Emma de ese hecho, ella le explico que Elena era una mujer
extraña, que en diarios aparecía el dibujo constante de una mujer vestida de negro a la
que llamaba “Señora V”. ¿Creerás que me dejó toda la herencia a mí? Pobre, siempre tan
sola.
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