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El hombre de fuego

Ramiro, un señor de avanzada edad, muy respetable del pueblo de Tlalpujahua, solía salir cada luna llena para cultivar y cuidar sus semillas de flor de cempasúchil, pues para él, aunque nadie más las viera florecer, la energía que emanaban era lo que le daba alegría.


Cierta noche de luna llena, una tormenta implacable cayó para ser recordada como la tromba que quemó el pueblo.


Horas antes, Ramiro corrió mientras escuchaba que empezaban los truenos, quería salvar sus flores pero llegando lo primero que se encontró fue al diablo.

Aquel ser de piel al rojo vivo le tenía una tregua. Sus hermosas flores le habían llamado tanto la atención que subió desde el infierno para poseerlas.

Ramiro nervioso desde el momento en el que lo vio, gritó de coraje pidiendo que se marchase.

El diablo le dijo: "Elige Ramiro, tu pueblo o tus amadas flores".

Ramiro temblando de rabia pidió por sus flores pues sin ellas su vida estaría vacía aunque el pueblo estuviera lleno.

El diablo le tendió la mano y con una macabra sonrisa cerró el pacto.

En ese instante un rayo iluminó todos los cerros y campos que estaban alrededor cayendo en los pies de Ramiro. De esa manera una enorme llamarada comenzó a calcinar vivo a Ramiro quien desesperado rodó sobre sus flores acabando con ellas y con todo lo que estaba sembrado.

El fuego alcanzó viviendas, ganado y personas que dormían en sus casas. Esa noche se perdió más de una vida.


Todo aquello fue resultado de un mal pacto, pues si Ramiro hubiera optado por entregar sus flores, el pueblo mismo al ver su valentía, le habría ayudado a plantar más de una hectárea de sus hermosas flores.





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