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El Huésped


Cuando me mudé a la Morgue empezaron a llegar muchos huéspedes a la puerta, recibí monstruos heridos por la sociedad, sequé sus lágrimas y les di un hogar, a algunos de forma temporal, otros encontraron aquí su lugar, pero de entre todos siempre hubo uno que me dejaba inquieta.

Tocaron a la puerta y cuando salí ahí estaba él, cubriendo su rostro avergonzado, parecía como una sombra que se escurría en el piso con consistencia líquida. Pensé en cargarlo para ayudarlo a entrar, se agarró de mi espalda y sentí sus uñas encajase en mi piel, debe de tener miedo, pensé.

Traté de alimentarlo, curarlo, pero seguía sin poder ver su cara o entenderlo bien, en un momento se alejó de mí y lo vi esconderse debajo de la escalera. Supuse que ahí sería un mejor lugar para él y lo dejé quedarse ahí.

Esa misma noche empezaron las pesadillas, no eran sueños normales, eran escenarios dolorosos y de humillación. La morgue siempre me había hecho dormir bien pero ahora, desde que el huésped había llegado no podía sacar estas ideas de mi cabeza.

Al bajar de la habitación lo escuchaba masticando, y algunas veces gruñir. Los demás monstruos me cuestionaron por haberlo dejado entrar pero decidimos darle una última oportunidad.

Pasaron varias noches y seguía sin salir de su escondite, al contrario, parecía que su cuerpo había encontrado la forma de escurrirse por debajo de la puerta y ahora trepaba la escalera y las paredes dejando una consistencia viscosa a su paso.

El huésped había encontrado la forma de enfermar a todos los demás habitantes de la morgue, todos compartíamos pesadillas y un miedo inexplicable.

Intentamos acercarnos a la viscosidad que recorría los escalones y al tocarla nos sentíamos agotados, como si nos hubieran drenado de toda la vida y sólo quedaran las ganas de dormir.

Reunimos todas nuestras fuerzas para finalmente sacarlo de ahí y es cuando pudimos ver su rostro, cada uno vio algo distinto.

La Pierna de Ajab vio un mar profundo y negro devorando su cuerpo, otros vieron algunos niños burlándose de su aspecto, yo vi una luz de quirófano dejando todo en blanco, todos sentimos dolor.

Nos costó lo que se sintió como una eternidad, sacarlo de la casa, así le decimos ahora, desde que se fue el huésped este lugar se volvió nuestro hogar. Volvimos a respirar tranquilos.

Han pasado varias semanas y todavía tenemos ese miedo que se cuela como aire frío y congela los huesos, pero poco a poco se está yendo. Al dormir, todavía logro escuchar algún llanto lejano de alguien que sigue teniendo pesadillas. No entiendo cómo pasó, cómo no lo vi cuando llegó, pero ahora sé que el Pasado es algo que siempre debemos dejar atrás porque estoy segura de que él está ahí afuera, esperando un momento de debilidad para volver a entrar.

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