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Nunca antes de las cuatro, Gabriela Torres Cuerva


Nunca antes de las cuatro

La novela corta de la escritora jalisciense es una postura original ante un tema complicado: el abuso infantil.


Nunca antes de las cuatro no es recomendable para débiles. Ni para aquellos con gastritis o cualquier otro tipo de dolencias estomacales. Yo, la verdad, la aguanté porque soy una patita muy valiente.


La prosa de Gabriela Torres Cuerva te lleva por caminos inesperados: no sabes si eres cómplice de algo retorcido, testigo de los hechos o sólo un lector.


El terror y el miedo yacen en la realidad, mucho más perturbadora que cualquier anécdota que algún escritor de ficción pueda plasmar en un texto.


El libro, publicado por Editorial Paraíso Perdido en 2017, te somete a través de sus 118 páginas como si fueras un rehén. Tu relación con los captores, los protagonistas de la novela, genera un síndrome de Estocolmo que te obliga a detenerte varias veces a reordenar tus ideas.


Gabriela Torres Cuerva

Nunca antes de las cuatro aporta argumentos a favor de quienes, como yo, piensan que ciertas personas merecen morir. Y no sólo eso, perecer luego de una agonía lenta y dolorosa. Nada de que “yo no le deseo el mal a nadie” o “nadie puede decidir sobre la vida de los demás”. Nada de eso. Hay seres que cometen actos tan aberrantes que, si la justicia realmente existiera, deberían de sufrir hasta el delirio.


Gabriela Torres Cuerva nació en Jalisco en 1965. Su libro de cuentos “Prisioneros” ganó el Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez en 2013.


Nunca antes de las cuatro forma parte de la colección Taller del Amanuense de Editorial Paraíso Perdido.

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