Veneno
El Cuervo había cerrado las puertas de la Morgue a cualquier ser desconocido; se habían hecho filas afuera con monstruos buscando un refugio pero él no los dejaba pasar.
Todos los demás de la casa lo veían asustados por su decisión, cubrió las ventanas, cerró cualquier entrada y confinó a todos adentro.
La Morgue se había vuelto un lugar solitario y silencioso, había obligado a todos a guardar silencio, parecían tenerle miedo ya que sus alas crecían cada vez más y cubrían la estancia.
En un momento el Cuervo fue tan grande que no se podía ver la puerta detrás de él, todo estaba cubierto de plumas negras que volaban por las habitaciones.
Yo estaba ahí, era parte de su inmensidad, escondida entre su cuerpo, con miedo a ver hacia otro lado, sabía que el Cuervo estaba lastimado y había sido envenenado.
El veneno estaba corriendo por su sangre de una forma tan rápida que ya había alcanzado su cerebro y lo convencía de que todos ahí eran sus enemigos.
Nadie podía ver al Cuervo que conocían, este era un desconocido que estaba lastimado, había sangre en sus brazos, por ahí había entrado el veneno.
Decidí hacer lo que tanto miedo me ha dado siempre y viajé a su cerebro, entré a su mente a buscar el veneno. Ahí estaba, era una sombra que infectaba todo, cubría sus recuerdos, sus sueños. Tomé una decisión y dejé que la sombra me cubriera a mí, la dejé entrar en mi cuerpo y poseerme.
Poco a poco el Cuervo fue regresando a su tamaño original, se alejó de la puerta y dejó que la luz volviera a la Morgue.
Volvimos a nuestra habitación, el Cuervo se paró frente al espejo y me vio, llena de sombras, de veneno, y por primera vez, fue él quien me cuidó a mí. Creo que desde ese día estamos más unidos, ahora que no sólo compartimos un cuerpo sino que su oscuridad vive dentro de mí.
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