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Rigor Mortis

Llegada a casa

La casa se encuentra en evidente deterioro. Han pasado cosas inexplicables que son difíciles de comprender. Los trabajadores no desean regresar a trabajar aunque he aumento la paga. Quizá deba permanecer cerrada y esperar un tiempo para mudarme. Todo fue muy extraño. Hablaba con Daniel de nuestra separación, de cómo los bienes tendrían que dividirse para evitar una demanda. Lo único que pidió a cambio fue la casa en la que vivimos durante todo este tiempo. No puedo juzgarlo, fue la herencia que su madre le dejó mientras vivíamos juntos.


Vivimos todo tipo de cosas Daniel y yo. A veces me cansaba esa manera tan apasionada de ver la vida. Siempre quería viajar y mostrarme los espectros de luz a las seis de la tarde en distintos lugares de la casa o de algún país al que él ya había viajado. A mí no me apasiona viajar ni la luz ni conocer nuevos países. A mí me apasionaba estar con él en silencio. Lo que voy a extrañar con las noches en que nos sentábamos a escribir juntos en la biblioteca que creo su familia durante la guerra. Guardaban todos los libros que se prohibieron durante la época. Su abuelo al ser mano derecha del Régimen se le permitía guardar todo tipo de libros. También fue su abuelo al primero que mataron cuando ese régimen cayó.


Daniel tiene una manera extraña de comunicarse, le gustan los abrazos extendidos. Recarga todo su cuerpo sobre el mío y respira profundamente. Yo siento su respiración cerca de mi oído. Cuando llega hacer eso sé que el día no fue fácil. Bueno, cuando llegaba hacerlo… No me acostumbro a su ausencia. Él me dijo que esta casa tenía una luz perfecta para la biblioteca, que me regalaría los libros que más me han gustado para que no sentir que he perdido todo. Yo no pierdo una casa, los libros pueden quedarse ahí, yo lo he perdido a él y esa sensación de perdida, de extravío se apodera.


Llegó a casa una noche con un bonche de papeles. Es el divorcio, necesito estar solo… No entró en detalles. Pregunté si era por una persona. Llego a casa todos los días, duermo contigo, hacemos el amor continuamente, no ha habido un solo día que falte. Me acompañas a todos mis viajes. Sé que no te gusta, pero vas y te emociona verme emocionado. No hay nadie. Sólo necesito estar solo. Hacer una pausa no resultó una opción. Necesito saber que te he perdido para entender si realmente quiero encontrarte. Nunca hubo mentiras entre nosotros; omisiones, muchas.


Daniel le ha pedido al arquitecto que apure la remodelación de esta casa viejísima. Daniel la eligió porque cree que es mi Destino, sin embargo, esta casa me hace ponerme triste. Los tapices caen de las paredes. Sólo la cocina y la sala han terminado de ser remodeladas. En mi recámara el viento se cuela a través de la herrería oxidada del balcón. A veces se escucha como un lamento. En la recámara de a lado se escucha cómo susurran una oración. Estoy sola. Le pido a Daniel que venga. Pide que me aleje de él. No es buen momento…


Dentro de tres semanas la casa terminará de ser remodelada, eso dijo el arquitecto. Los trabajadores pidieron de favor poner una cruz en algún rincón del jardín. He accedido más por desesperación que por algún tipo de creencia. Aunque acepto que esto hizo que los susurros en la habitación de a lado callaran por un tiempo. Sin embargo, una noche antes de que terminaran los trabajadores, se escucharon pasos fuera de la casa. Iban y venían. Al amanecer fui al jardín. La cruz se había caído y yo pisado un vidrio. Tomé una botella de tequila o cualquier otra cosa y fingí ser responsable del accidente. Si explicaba a los trabajadores lo sucedió lo único que ocasionaría sería el incremento de su jornada. Sin embargo, el arquitecto habló a Daniel explicándole mi grave deterioro. Me alcanzó en el hospital mientras me daban cinco puntos.


Daniel me abrazó como siempre. Yo lo abracé como nunca. Están pasando cosas en la casa, Emilia. Escucho voces y mientras venía en camino casi choco contra un camión de carga. Daniel era escéptico y desde muy joven se encontraba viviendo solo en esa casa. Algo más profundo que yo me obliga a dejarte. Ni siquiera comprendo en qué momento pude haber tramitado los papeles del divorcio. No era mentira que antes del divorcio Daniel se comportara tan extraña. Su mirada estaba vacía. Una noche, mientras lo hacíamos, su mirada se transformó y comenzó a golpearme la cara. No hablamos de esto con nadie, ni siquiera lo mencioné en terapia. Tengo ganas de hacerte daño y comenzó a abrasarme con tanta fuerza y caí inconsciente al piso. Los del hospital me ofrecieron llamar a la policía y que levantara una denuncia. Nadie podría explicar lo que pasaba por su cabeza en esos momentos. Recibí una llamada en la noche. Era la voz de su madre. Tienes que ir a su casa, lo ha hecho. Tomé el auto con toda calma y me dirigí a su casa a velocidad baja para no tener una multa. Su cuerpo colgaba en la biblioteca que compartíamos todas las noches. Llamé a la policía. Expliqué que se encontraba bajo mucho estrés. Omití la llamada de su madre.






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