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Las cuchillas de Freddy Krueger

Autor: Víctor H. Orduña “Shamir”.


“¡Uno, dos, Freddy viene por ti!

¡Tres, cuatro, mejor cierra la puerta!

¡Cinco, seis, coge tu crucifijo!

¡Siete, ocho, mejor que te quedes despierto hasta tarde!

Nueve, diez, ¡nunca volverás a dormir!”.


Pesadilla en la calle Elm.


Alucinas mi rostro chamuscado entre cada parpadeo,

no dejas de soñar mi macabra sonrisa,

soy tu pesadilla más tierna, tu delirio más horripilante,

el que hipnotiza las gotas de sangre

que viscosas se te escurren por la espalda,

te ejecuto mientras tu alma lloriquea,

te sacrifico como un macho cabrío en el fuego

de mis innumerables lenguas,

desgarro con locura las cavernas de tu cielo,

no logras escapar nunca de las cadenas que te aprisionan

contra las filosas fantasías.


Deliras, deliras,

y yo torturo las figuras que van dejando tus gemidos,

fuera reposa la realidad en silencios,

fuera la noche está tibia,

aquí dentro,

tú sufres el límite perturbador

de mi navajazo desenfreno.


Tiemplas, tiemblas,

tiemblas cuando me ves entre rayones rojinegros,

y epilepsias deseosa bajo mi sombrero marrón.


La cama es la tumba donde te entierro,

donde velo tus oscuras ideologías,

entre más quieres despertar,

más te aferras a mi dorso podrido,

a mis mórbidos tendones,

a mis engusanadas musculaciones.


Lloras, lloras

como una hoja sin dueño,

como una rata atrapada en sus propias pesadillas,

eso me da autoridad,

eso me da poder,

eso me da dominio,


para clavarte mis cuchillas,

mis cuchillas de hierro.










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