La vida de las Tristezas

Las tres hermanas idénticas nacieron juntas bajo la maldición que siempre cargarían consigo la tristeza.

La maldición había rodeado su familia desde años ancestrales, era bien sabido que cada generación nacería con una característica distinta que los volvería parte de los malditos. Al inicio esto se contaba a manera de leyenda, así que la familia continuó viviendo sus días tranquilamente ignorando que los rodeaba una oscuridad absoluta que buscaba absorberlos entre sus garras.

Viviendo sin conocimiento, el linaje se expandió hasta que llegó al nacimiento de las tres niñas idénticas, conocidas ahora como las Tristezas.

El embarazo que trajo a la vida a estas chicas estuvo lleno de dolor, su madre sufría no sólo de forma física, sino que todas las noches al intentar descansar, su mente se iba a un mundo de pesadillas donde la totruta continuaba.

La madre lloraba al sentirse culpable de no amar a sus futuras hijas y de secretamente pensar en cómo acabar con su embarazo, pero la misma culpa la obligaba a continuar, a dormir a ratos y a llorar a escondidas mientras abrazaba con fuerzas el vientre que cargaba su destrucción.

Llegaron los 9 meses y era momento de que las Tristezas nacieran, las horas de labor de parto se sintieron eternas pero su madre peleaba por sacarlas de su cuerpo con la esperanza de que así terminara el terror; sin embargo, desconocía que éste a penas empezaba.

De su vientre primero salió una mano delgada y oscura que se arrastraba hacia afuera cargando todo su cuerpo; pegado a él estaba un segundo cuerpo hasta que así salieron los tres cuerpos de las niñas.

Las tres tenían los ojos grandes y abiertos, su mirada estaba perdida y sus huesos parecían salirse de la piel; su madre no pudo abrazarlas.

Las Tristezas comenzaron una vida en el abandono, sólo se tenían a sí mismas, y así, entre ellas encontraron su camino al mundo de las pesadillas donde la maldición dictaba que ellas iban a pertenecer. Su nuevo mundo era gris y frío, pero ahí ellas eran eternas.