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Leanan Sidhe

"LA ENTREVISTA"

Llegué a las 9:30 am tal y como me indicaron en la revista. Estando en la puerta me percato de que el lugar no tiene timbre, me pregunto si estaré mucho tiempo aquí esperando, acerco mi puño para llamar a la puerta y antes de que toque la madera un mayordomo con facciones rígidas me abre delicadamente.

Él me indica el camino amablemente, debo subir las escaleras que me señala, seguir sobre el corredor de la izquierda y caminar hasta el fondo. Ahí debería encontrarme con una puerta, pero como ahora está abierta, lo que debo visualizar es una enorme biblioteca.

Y ahí está ella, esperándome.


El lugar es demasiado silencioso, solo escucho el canto de algunos pajarillos, camino con cuidado con temor de no hacer demasiado ruido. Al llegar a la biblioteca me encuentro con una enorme chimenea a mi mano derecha, me resulta muy curioso que esté encendida pues nos encontramos a finales de primavera y principios de verano en un país caluroso. Una voz suave y femenina me despierta de mis pensamientos sobre el clima y me indica que tome asiento, busco a la dueña de aquella voz y solo descubro una silueta sentada dándome la espalda al centro de la habitación en un sillón que me parece muy cómodo y antiguo.

Vaya, sé que me advirtieron de la falta de empatía por parte de la autora, pero no creí que fuera de éste modo; una entrevista de espaldas, yo me imaginaba a alguien déspota y desdeñoso, al típico escritor que se cree lo mejor del universo.


Tomo asiento en una silla que fue puesta para mí y antes de poder sacar mi cuaderno de notas y mi pluma, la autora me pregunta si se me ofrece algo de beber. Estoy por negarme hasta que el mayordomo de la entrada me asusta al aparecer a mi lado sin haber hecho el menor ruido.

En la charola que sostiene solo veo dos opciones, café o un vaso que me parece contiene whiskey. Lo pienso demasiado antes de tomar una decisión, el café me altera al escribir y no quisiera estropear mi trabajo al querer pasar mis apuntes, pero si me decido por el whiskey, por la hora que es, no quisiera que hubiera malas interpretaciones.

Antes de decidirme a tomar la taza de café escucho de nuevo su voz.


Autora: “No tema, no la vamos a juzgar, en algún lugar del mundo es Irlanda”.


Su comentario me toma por sorpresa, así que tomo el vaso de whiskey y una lluviosa sensación de mi juventud recorre mi memoria, aquél verano que viví en la isla esmeralda, algo que jamás olvidé y que siempre recuerdo con nostalgia.

Bebo un sorbo y me dispongo a escribir la fecha como primera instancia. Jueves 29 de mayo del 2030.


Autora: “¿Y bien, por dónde quisiera comenzar la entrevista?”


Entrevistadora: “A decir verdad no tengo una lista de preguntas en orden, me gusta hacer mis entrevistas más orgánicas, que fluyan conforme me va respondiendo”. Mi tono de voz es tímido y cortado.


Autora: “Bien, sabía que diría algo así.”


¿Cómo que sabía? ¿habrá investigado sobre mí? ¿me está jugando una broma?

Antes de hundirme con más dudas empiezo preguntando por su primer acercamiento a la literatura.


Autora: “Pues bien, tenía tu edad cuando caí en cuenta que todos mis escritos deberían de ser de alguna utilidad. Desde muy pequeña me había hundido por horas en mis diarios tratando de descifrar la vida, el mundo y mi ser. Comencé de manera más formal con micro cuentos de terror en una revista donde yo también ilustraba. Como sabrás yo estudié ilustración en la Facultad de Artes. Así que el mundo editorial siempre estuvo a mis alrededores. “


Entrevistadora: “Perdone que me desvié del tema un poco, pero ¿usted sigue ilustrando?”


Autora: “Claro y jamás dejaré de hacerlo, mi proceso creativo se basa en todas las actividades que realizo, sin ello mi mente solo tendría un enfoque, yo necesito de la pintura, de la música, la literatura, el baile, la escritura, el cine… todo en conjunto me ha llevado hasta donde estoy ahora.”


Entrevistadora: “Entonces puede decir que ¿gran parte de su día está dividido para diferentes disciplinas?”


Autora: “Así es, al inicio eso fue muy complicado, intentar exprimir el tiempo para practicar, estudiar y pulir cada una de mis habilidades mientras buscaba un trabajo no tan demandante pero que pagara las cuentas y me dejara tiempo de sobra, costó mucho esfuerzo.”


Entrevistadora: “Impresionante, ¿cómo es que logró todo eso?”


Autora: “Honestamente fue gracias a mi esposa, siempre me apoyó en cada actividad que realizaba, nunca me juzgó ni me reprochó lo que hacía. Yo ganaba muy poco pero con su salario y lo que yo podía aportar pudimos salir adelante, eso fue hasta que la literatura y mis otras actividades florecieron. Prácticamente ella me ayudó a cosecharlo todo.

Mis micro cuentos comenzaron a leerse más, las editoriales notaron mi presencia en el medio no solo con lo que escribía, sino con lo que también comunicaban mis ilustraciones.”


Entrevistadora: “Vaya, suena que después de todo se encontró la luz al final de la oscuridad.”


Mi propio comentario me suena patético y me reprocho por no haber pensado antes de hablar. Bebo un gran sorbo de whiskey y continúo con la entrevista olvidando aquel comentario.


Entrevistadora: “¿Entonces su inspiración es el arte propio y su apoyo es su esposa?”


Autora: “No puedo negar que el arte siempre me inspira, pero la estabilidad emocional que me brindó mi esposa desde que apareció en mi vida me ayudó a concretar todos los deseos que estuve formando desde mi infancia. Ella creía en mí antes de que yo pudiera hacerlo, a veces bromeo diciendo que me salvó del suicidio. Admito que antes de ella también podía crear, pero no tenía el valor suficiente para mostrarlo, no creía en mí y por lo mismo me ponía muchas limitantes. Nunca mandaba mis trabajos a convocatorias, solo se arrumbaban en mi cesto de basura. Cada que empezaba un cuento lo dejaba a medio proceso pensando que nadie querría leerme y que solo perdía el tiempo. Ni mis dibujos ni mis escritos terminaban por gustarme, me exigía más de lo que podía. Fue una época de andar deambulando sin sentido. Creaba para terminar rompiéndolo de frustración. “


Entrevistadora: “¿Entonces todo se debe gracias a ella?”


Autora: “Pues… sé que todo siempre estuvo dentro de mí, solo había que darle sentido.”


Entrevistadora: “¿Los recientes cuentos donde habla del amor como la base del universo se debe a su experiencia?”


Autora: “Desde muy pequeña siempre soñé con el amor a su máximo esplendor, me consideraba una persona extremadamente romántica, me la pasaba fantaseando con ello y creaba situaciones románticas cada que podía. Por lo mismo tuve muchas decepciones amorosas, el amor se tornó gris para mí, con ello caí en al alcoholismo y la autoflagelación, me pesaba mucho que aquello que tanto añoraba no existiera en éste mundo.

Dejé de creer en muchas cosas incluyendo el amor, me volví fría, indiferente.

Mi esposa entró a mi vida cuando ya me había dado por vencida. Muy curioso, ella llegó a mi casa y tocó a la puerta. ¿Ahora vez por qué escribo lo que escribo?

Mi vida es una gran novela, el destino siempre me ha sacado carcajadas y mentadas de madre.


Entrevistadora: “Impresionante, ¿alguna vez piensa en escribir sus memorias? Creo que a varios de nosotros nos encantaría leerlo.”


Autora: “No lo sé, no creas que no ha pasado por mi mente, mi vida podría ser muy cómica y dramática para muchos. Pero no sé si quiera compartir algo que es muy mío.

Cada que escribo algo y lo publico es como abrir las puertas para que otros se conecten con lo que digo, los hago parte de mis letras, de mis relatos. No sé si podría compartirles algo tan íntimo.”

Termina la última frase con una voz muy dispersa. Pienso en pedir perdón pero antes de poder abrir la boca ella se para y camina hacia la chimenea donde se queda observando el fuego que emite.


Autora: “El tiempo de la entrevista ha terminado, disculpa por cortar la inspiración, pero como habrás notado soy una persona muy ocupada, cada minuto del día es vital para mis actividades.”


Entrevistadora: “Claro, por supuesto, le agradezco demasiado su tiempo y la oportunidad de entrevistarla.”


Me paro de mi silla y me quedo esperando una respuesta. Pasa el tiempo y decido recoger mis cosas con el menor de los ruidos. Antes de poder irme ella se voltea y me mira fijamente mientras me extiende la mano para despedirnos.

Quedo atónita ante su rostro, el parecido es impresionante, es como si estuviera ante un espejo excepto por alguna que otra cana. Me quedo en shock mientras toco su mano en un firme apretón, bajo la mirada y me topo con las mismas cicatrices que tengo reflejadas en su mano. Un escalofrío recorre mi cuerpo y aparto la mano con rapidez.


Autora: “Lo sé, yo sentí lo mismo cuando estuve en tu lugar.”


Me marcho de la habitación con rapidez, a mitad del pasillo escucho que me llama, pero no me paro, el escalofrío de ver mi propio rostro hace que quiera salir corriendo y así lo hago.

Estando a fuera me doy cuenta que mi corazón va a mil por hora, llamo a mi editor y le comento que la autora me ha dejado colgada, que mande a alguien más.


Me desconecto de todo y decido tomar un autobús que me lleva al bosque donde me interno por horas mientras intento aclarar mi mente.




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