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INFIERNO EN EL CEMENTERIO

Me lo había anticipado mi amada Aurora: los gringos que llegaron al pueblo con maquinaria, internándose en las sierras, nada bueno traerían.

El tema es que, rodeados de un férrreo secretismo, y al amparo del alejado paisaje serrano, empezaron a operar con sus monstruos mecánicos. De vez en cuando, se escuchaban a lo lejos rugidos y explosiones como truenos, que nos hacían salir a corroborar el cielo, desconcertándonos al verlo despejado.

Fue Doña Lupe la primera en detectar anomalías.

--El agua sale mala. A veces, la canilla mana gas en vez de líquido. Pablito, cuando sintió el olor, le acercó el encendedor, y ¿qué creen? ¡fuego corría en vez de agua!

¡Si no nos hacen volar a la mierda, nos van a envenenar, vecinos, créanme!

Luego del testimonio de Lupe, otras personas corroboraron el hecho en sus hogares, y, tal como la señora mencionó, muchos presentaban descomposturas de salud.

Personalidades prominentes del pueblo, gente de la cámara de comercio, artistas y representantes por defecto, se acercaron al jefe comunal para consultar sobre las anomalías no informadas: todos queríamos una respuesta urgente.

El hombre, terriblemente pálido, con aspecto de estar al borde de un ataque de pánico, explicó con voz temblorosa:

--Lo que está pasando es una acción aprobada por el gobierno nacional. Yo no tengo voz ni voto en la decisión que tomaron, a la cual me opuse con todas las fuerzas que tengo. Pero hay intereses económicos enormes de por medio. Desecharon mi opinión y postura en forma humillante.

Lo que están haciendo es un proceso de fracking: están fracturando estratos de roca para extraer gas metano. El procedimiento, efectivamente, contamina las aguas.

Ya está en camino una flota de camiones cisterna con agua potable para los vecinos perjudicados. Es lo único que tengo a mi alcance para hacer…

--Y si no veníamos a indagar, ¿cuándo nos íbamos a enterar de esto, intendente?

--Supuestamente, las obras no iban a empezar hasta dentro de tres meses. Yo estaba buscando apoyo legal en ONGs y abogados especialistas en estos temas, pero se me adelantaron, y comenzaron antes sus acciones…Fueron demasiado rápidos y sorpresivos…

La cara del pobre hombre, cercana al ataque de llanto, frenó un poco la ira de los vecinos. Realmente se veía que estaba muy mortificado e impotente con lo ocurrido.

Todos se calmaron, y prometieron apoyo para frenar a los gringos amparados por la mismísima nación. Se habló de junta de firmas, y difusión en los medios, pero el gesto del jefe comunal les gritaba en silencio una verdad: nada los detendría.

A la espera del camión cisterna, todos comenzamos a comprar agua envasada.

El domingo, como es tradición en el pueblo, muchas familias se apersonaron al cementerio para visitar a sus muertos, poniendo flores y velas en sus tumbas.

Nadie estaba preparado para lo que ocurrió. Primero se percibió un violento temblor en la tierra. Algunas lápidas se fracturaron, y la hermosa escultura decorativa del ángel protector se desplomó, bajo la asombrada mirada impotente de la gente, que aterrada, se abrazaba para enfrentar el extraño movimiento telúrico. Otros, muy asustados, huían, tropezando desmañadamente entre ellos.

Pero lo peor no estaba ni por comenzar.

Luego del sacudón más violento las tumbas literalmente estallaron, arrojando cadáveres enteros, en algunos casos, y trozos en la mayoría, generando una macabra lluvia de pedazos putrefactos de cuerpos, y piedras de las lápidas que impactaban en la gente con fuerza, así como el líquido cadavérico empapaba a la concurrencia.

Este macabro preámbulo fue el anuncio de una desgracia mayor: el olor a descomposición no dejó detectar el del gas, que empezó a manar de los cráteres originados de la tierra, y, con seguridad, la llama de alguna de las velas encendidas en honor a los difuntos, provocó que el cementerio entero ardiera como una escena de pesadilla.

La mayoría de la pobre gente logró huir, pero muchas personas no lo lograron, y perecieron carbonizadas, en una horrorosa agonía.

Muchos terminaron internados en la unidad de quemados del hospital.

El jefe comunal, presa de un ataque de nervios, tuvo que ser asistido y reemplazado de su cargo por su compañero inmediato, que accedió a tomar el mando con los aires de quien está cursando una pesadilla de la que no se puede despertar.

La nación envió ayuda humanitaria, y montó un espectáculo en los medios de comunicación. Se obviaron muchos detalles y se agregaron otros inexistentes, para la indignación absoluta de los vecinos.

Un periodista tuvo la malísima idea de entrevistar a Doña Lupe, quién ante las preguntas manipuladoras del notero, no se le enredó la lengua ni un segundo: acusó de asesinos a quiénes habían permitido la práctica de fracking en el pueblo, y le mentó la madre al presidente y a los gringos y sus multinacionales vampíricas que se chupaban la sangre de los países pobres. Cómo la nota era en vivo, y Lupe había agarrado el micrófono con fuerza feroz, la nota trascendió de tal manera, qué, por el momento, se paralizaron las actividades del siniestro método de extracción de combustible.

Pero no somos optimistas. Sabemos que la maquinaria no fue removida de su sitial, y están a la espera, como monstruos dormidos, que se acalle el escándalo para continuar con el rentable negocio.

Me ha tocado ser de la comisión de reconstrucción del cementerio.

La escultura del ángel que cayó con el temblor no puede repararse, y la mayoría de los cuerpos se incineraron con la explosión de gas.

Estamos juntando fondos para que un escultor le de vida a un nuevo guardián del camposanto.

Me quedé con el trozo del ala, manchada de hollín, que, curiosamente, al ingresar a los estantes de mi colección, se limpió milagrosamente, comenzando a brillar, en la oscuridad, incluso, como para que no perdamos la esperanza de justicia…

También me espera el amargo trabajo de despedir a los vecinos que perecieron en el infausto hecho.

Todos tenemos la sensación de ser utilizados por intereses económicos mayores a los valores humanos, que nos vulneran en una forma miserable.

Alzaremos todos nuestras voces, domingo a domingo, en la plaza del pueblo, recordando a las víctimas del infierno del cementerio…

¿Alguien nos escuchará?

Los espero como siempre, queridos amigos, en La Morgue, para contarles todas las historias de mi colección. Buen fin de semana.

Edgard, el coleccionista

@NMarmor







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