El Otro Monstruo
Hace algunos días empezamos a escuchar ruidos afuera de la ventana.
El Cuervo y yo elegimos una de las habitaciones más altas de la Morgue donde pudiéramos salir y usar sus alas para volar. Era casi imposible creer que alguien hubiera escalado hasta nuestra ventana.
Primero pensé que podía ser la lluvia, sin embargo los sonidos incrementaron y ahora parecían ser rasguños. No podía dormir, pensar...nada, sólo era ese ruido dentro de mi cabeza.
Al abrir la ventana, no había nada afuera, no había lluvia, y el sonido se iba, pero justo en cuanto cerraba la ventana tras de mí volvía a escucharlo. Era como si yo lo estuviera reproduciendo, ya todo mi cuerpo funcionaba a su ritmo.
Al poco tiempo las noches se volvieron más largas, mi cuerpo empezaba a desaparecer por no comer ni dormir. Ya no podía diferenciar qué era real y que no, y entonces, comencé a temerle a lo que ya conocía.
Salir de la habitación era todo un reto, el olor a cadáveres, pensar en el frío....todo ahora me causaba repulsión.
Mis huesos eran tan débiles que ya no me sostenían, me arrastraba por el cuarto mientras escuchaba esos rasguños queriendo entrar. Pensé en rendirme, dejarlos devorarme, todo con tal de alejarme de ese ruido.
En un momento perdí el control, me levanté, fui hacia la ventana y vi a ese monstruo aferrado al vidrio. Caí inconsciente al reconocer su rostro junto con ese cuerpo encorvado que tenía garras.
El Cuervo fue quien tomó dominio de nuestro cuerpo.
Cuando volví me di cuenta de que ahora yo estaba sentada en la orilla de la ventana, mi cuerpo era totalmente fuerte y estaba cubierta por sus alas negras: el peligro se había ido. A nuestros pies yacía un cadáver, me acerqué a verlo y de nuevo reconocí a ese monstruo que tenía mi mismo rostro.
El Pasado me había encontrado hasta aquí, escaló las paredes para poder entrar en mi cerebro y se había disfrazado en lo que yo más temía: volver a ser yo sola sin el Cuervo.
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