El fin del mundo
Eduardo había escuchado todas las historias sobre asesinos seriales que podía consumir.
Sabía dónde encontrar los mejores podcasts, conocía todos los atajos para encontrar aquellos que contaban historias que ningún otro se atrevía a contar y eso lo mantenía despierto y activo durante toda la noche.
Se imaginaba que él mismo se volvería uno, incluso había pensado muchas veces en cómo sería su nombre, cuál sería su marca....necesitaba algo que realmente diera miedo.
Conforme pasaba el tiempo más iba formando este personaje que dominaría el mundo con un legado de terror, o al menos conseguiría que le temieran a él.
Entre más se adentraba en el mundo del terror, más creía que no había nadie en quien él pudiera confiar, al menos no algún ser humano. Había presenciado cómo las personas se deformaban hasta volverse monstruos y que no hay nada más oscuro que sus mentes; entonces él quería poseerlas para así tener control.
Pero ¿Qué podía hacer Eduardo para lograrlo? Estaba atrapado en su habitación de escasos 4 metros y estancado en una silla de ruedas que lo seguía a todos lados, ¿cómo cometer así su primer asesinato?
La ciudad se oscurecía y se encendía frente a sus ojos mientras que los libros se acumulaban en su escritorio y los podcasts empezaban a escasear. Estaba convencido de que él podría escribir una mejor historia de terror, una historia que convenciera al mundo entero de que debían de temer y sentirse completamente inútiles.
Con el poder que le concedía el odio, tomó su computadora y comenzó a redactar ese cuento, hablaba sobre un chico y sus libros, sobre sus huesos rotos, sobre su silla de metal y sobre cómo el mundo lo humilló. La historia relataba lo más oscuro que pasaba dentro de él, contaba las torturas que había imaginado y cómo se bañaría en sangre de todos aquellos que no le temían. Al poner el punto final en su cuento, miró hacia afuera, el fuego en la ciudad se estaba extinguiendo. Abrió la ventana, el olor a huesos quemados entró a su habitación. Por primera vez en muchos años se sintió poderoso.
Eduardo contará ese cuento una y otra vez para intentar olvidar que está sólo en esa ciudad, escuchará los mismos audios creyendo que son historias nuevas y observará el fuego convenciéndose de que fue él quien los mató para así no pensar en que es el fin del mundo lo que lo está matando a él.
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