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El dolor se va

Los moretones se están difuminando y me prometí a mí misma que en cuanto ellos se fueran también se iría la culpa, me libraría de ese peso de una vez y por todas.

Decirlo es mucho más fácil que realmente hacerlo, dejar ir, ese es el sueño de todos, yo solía creer que sólo el infierno es esa prisión donde se repite el dolor, pero la vida duele aun más.


Me sentía como una pecadora al pensar en culpa, pero ahora es el pecado lo que menos me molesta, es más bien el haberme traicionado, el haberme dejado caer en ese hoyo negro que succiona todo lo que soy y me dejaba vacía. Las muñecas están vacías por dentro ¿no? Eso dicen siempre pero yo no dejo de pensar que algún día llegará ese algo mágico que me volverá a reconstruir por dentro. Que me va a sacar del infierno.


Tardé mucho en darme cuenta de que no hay un super héroe que venga a rescatarnos a todos, ni un final, las páginas en blanco se siguen acumulando encima de mí y los días nuevos siguen apareciendo. "Nuevas oportunidades" les llaman porque no saben lo que implican para todos, más horas de pensar, más horas en el laberinto.


Así que escribo esta despedida a los moretones en mis brazos, al dolor en mi cuerpo y la sangre seca que mancha mi ropa; la escribo con lágrimas en los ojos porque sé que cuando el dolor se vaya sólo estaré yo, sin excusas para el llanto ni excusas para no querer continuar, estaré de vuelta al mundo que espera que me levante.


Me han dicho muchas veces que a las muñecas les salen alas negras cuando se rompen, se vuelven cuervos enormes que ya no le temen a la oscuridad, entonces es momento de volar de nuevo.



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