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El corazón no duele

Hace mucho tiempo tuve una herida cerca del corazón.

Tuve, por mucho tiempo, que usar un catéter que llegaba hasta una arteria dentro de él y salía hasta la superficie de mi pecho.


Una noche, mientras dormía con el catéter puesto, me despertó la sensación de falta de aire y de que mi corazón se había detenido. Una enfermera llegó corriendo, había un coágulo en mi catéter.


Recuerdo que al abrir los ojos en la oscuridad de un cuarto de hospital, en la madrugada pensé así es como me voy a morir. Entre las sombras pude ver al Cuervo escondiéndose y dándome la bienvenida al mundo de las pesadillas.

Pero no morí, bueno, al menos no del todo. Esa profunda herida que tocaba mi corazón me recordaba que seguía latiendo y que esto no se había acabado.


En la mañana todo era borroso, sólo permanecía un fuerte dolor en el pecho, cuando me quejé de que me dolía el corazón me dijeron que eso era imposible el corazón no duele, no tiene terminaciones nerviosas así, con una frase, todo mi dolor fue desechado.


Ese dolor nunca se fue, sigue en mí como un hueco en el pecho pero nadie cree que exista.


El Cuervo me ha dicho que todo eso sí pasó, que él recuerda cuando entró alguien más a la habitación, dice que recuerda que no era una enfermera, era alguien más quien entró y desechó toda mi historia, quien dijo que yo ya no lo iba a ver más. Yo sólo recuerdo una sombra, creo que eso es lo que hace el Cuervo, absorbe todas esas sombras y las vuelve parte de él, cada pluma, cada ala, toda esa oscuridad que lo cubre, no es suya.

Ahora, tras vivir a su lado varios años puedo decir que parte de su oscuridad es mía, y gracias a él mi corazón ya no duele.




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