¿Cómo pasó?
Sonó el teléfono en la madrugada, el teléfono sólo suena a esa hora cuando es una mala, cuando alguien tuvo un accidente o cuando murió.
La habitación se llenó de esa sensación de muerte y entonces supe que al fin había pasado. Llevábamos años velándolo en vida, nos turnábamos el ir a cuidarlo al hospital, el dormir en una silla de plástico mientras veíamos que los demás a su alrededor se iban a un descanso eterno; todos nosotros pasamos por al menos una noche cuidándolo, yo pasé más que todos.
Me había negado a irme, sabía que cuando me fuera iba a pasar, él no queríá que yo lo viera morir y entonces seguiría vivo siempre y cuando compartiéramos la habitación; hasta que el cansancio fue demasiado y me tuve que ir.
Pasé una noche en mi cama y cuando por fin pude coinciliar el sueño, el teléfono sonó.
-Ya nadie tiene una línea fija, mas que tú - dijo mi amiga en cuanto contesté.
-Es la forma más fácil de siempre estar al pendiente- respondí, y luego vino la noticia.
Sólo escuché que había fallecido unas horas después de que me fui. Me levanté y me vestí para asistir al velorio. Todos vestíamos de negro, todos lloraban y el ambiente estaba lleno de ese olor a flores que sólo se percibe cuando la Muerte está presente. A la Muerte le gustan las flores, tanto como le gustan las lágrimas.
Nadie hablaba de qué había pasado, no querían comentar qué lo había matado, sólo había silencio cuando se referían a la causa.
¿Cómo pasó? ...quería preguntarle a quien estuvo con él al final ¿fue su corazón? ¿su cerebero? ¿quién decidió rendirse en esa batalla?
Llegó el ataúd, estaba cerrado, así lo pidió su familia. Él se había ido a esta tumba con el secreto de qué fue lo que lo llevó ahí, Me acerqué con cuidado y abrí una parte del ataúd para poder meter mi mano, busqué la suya, la sostuve con fuerza y entonces lo supe: esa no era su mano. Estaba sosteniendo la mano de un muerto desconocido, ese no era él. Comencé a gritar que ese no era él, su familia me alejó del ataúd, el silencio se rompió y las lágrimas tomaron una pausa. La Muerte estaba molesta conmigo porque interrumpí su ritual.
Llegué hasta los escalones de la funeraria, el llanto me siguió ahí, si tan sólo hubiera aguantado unas horas más, el secreto sería entre los dos.
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