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Autopsia/Reseña: Nadie encontrará mis huesos

Queridos cuervos que acuden a la Morgue, hoy les traigo una autopsia nueva que no podía esperar hasta el #ViernesdeCuervos, y es que mientras embalsamaba este nuevo cuerpo me adentré en un mundo de fantasía y terror que hace mucho tiempo no conocía.

Sin más preámbulos, empecemos.


Era una noche lluviosa cuando recibí el paquete de Paraíso Perdido, habían enviado 2 cadáveres nuevos. Afortunadamente obtuve ayuda para llevarlos al anfiteatro y poder comenzar estas autopsias.

Como es costumbre, me coloqué los guantes de látex negro para comenzar, abrí una de las bolsas negras y descubrí que era el cuerpo de un hombre totalmente cubierto por hongos. La etiqueta de su pie decía: Enrique Urbina y una instrucción de que debía manejarse con cuidado.

Como ustedes ya saben, me encantan los juegos así que esa advertencia hizo que este fuera mi primer cadáver de la noche.


Con un fino bisturí corté uno de los hongos, tenía un olor extraño, pero no desagradable así que no pude evitarlo y lo mordí. En cuanto el hongo entró a mi organismo me vi transportada a un bosque, era un ser invisible en medio de animales que hablaban entre ellos y organizaban una revolución. A los pocos segundos volví a la Morgue. No podía con la felicidad que me había provocado el viajar a un lugar tan extraño así que sí, como pueden imaginarlo, en una sola noche devoré todos los hongos que cubrían el cuerpo de Enrique.

Cada uno de ellos me llevaba a viajes distintos como a ver a una pareja consumida por un monstruo, a un hombre guardando el cadáver de su esposa y a un mundo de psicosis y pesadillas.


Al amanecer me encontraron los demás monstruos de la Morgue recostada en el suelo del anfiteatro cubierta ahora yo por hongos que crecían de mí.


Tras haber tomado un baño para poder retirarlos, volví al anfiteatro y de nuevo continúe con la autopsia de este autor. Entre sus órganos descubrí la fantasía, pero más allá que eso, vi las manchas de oscuridad que lo habían llevado a crear esos hongos, y entre sus huesos encontré el morbo, porque al recorrer esos mundos descubrí que sus historias no se censuraban, contaban todos los detalles hasta llegar más allá de lo que normalmente los humanos se atreven a escuchar.


Quise quedarme con algo de su cuerpo, pero, como con los hongos, me había excedido y lo destruí un poco durante la autopsia; así que sólo quedó conmigo ese recuerdo de los viajes que recorrí en mi cabeza y una puerta abierta a volver a experimentar un poco de terror y morbo.


No quise incinerarlo, como harían con Anastasia (mi hongo favorito), así que lo enterré en una maceta afuera de mi habitación, así si de su tierra salen más hongos, seré yo la primera en poder probarlos.







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