El corazón pesado
Desde que tengo memoria El Cuervo ha coleccionado muñecas rotas; no estoy segura dónde las encuentra pero siempre llega abrazándolas y las esconde en una caja. He querido preguntarle por qué lo hace pero me limito a ver esta acción a través de sus ojos, encerrada en la máscara.
Un día decidí acercarme a ellas, pensé que él estaba dormido así que era una buena oportunidad.
La caja de cartón está en la habitación donde dormimos: ahí están todas amontonadas. Abrí la caja y tomé una; al acercarla a mí noté que se sentía más pesada que lo que me hubiera imaginado, tenía las piernas rotas y se podía ver las costuras que volvían a unirlas, El Cuervo la había cosido intentando preservarla completa; pero aún así su peso no era normal.
La llevé a la cama y comencé a inspeccionarla, parecía que el peso venía de su pecho. La toqué con mis dedos y lo supe, no era ella era su corazón el que pesaba tanto.
Volví a dejarla junto con las demás, quise levantar la caja pero era demasiado pesada para mí. Ahí estaban todas, con corazones enormes y la piel rota, algunas con quemaduras, otras con el cabello a pedazos, todas tenían algo "roto".
Pensé en llorar y fue cuando él despertó y me cubrió con sus brazos llenos de plumas negras.
-¿Por qué ninguna tiene el corazón roto Cuervo? ¿Por qué es tan pesado?
No había explicación y no emitía ninguna palabra, entonces puse mi mano en mi pecho y sentí su corazón dentro. Latía lento, parecía ser tan grande que podías tocarlo sobre la piel.
Ahora ya lo entiendo, a ninguna de esas muñecas les rompieron el corazón, al contrario, ellas, como El Cuervo, amaron tanto que se inundaron de dolor, almacenaron toda la tristeza de quienes los rodeaba, tomaron el camino de un corazón pesado antes de dejar que se rompiera junto con todo su ser.
El Cuervo ya no puede volar, por eso me necesita aquí, para moverse, para volver a creer porque allá afuera se caería al levantar el vuelo y puede que su peso nunca lo dejé volver a ponerse de pie.