Él lo vio todo
Cuando llegó la neblina a cubrir todo el cuarto él lo vio, me espiaba desde el clóset en silencio sólo respirando.
Me vio llorando, con miedo, cubriendo mi rostro y preguntando por qué había pasado esto.
Él estuvo ahí cuando quise gritar pero me tapaban la boca, vio cuando me curaba las heridas de mordidas que habían dejado en mi piel.
Siempre estuvo ahí como un compañero mudo,
nunca se levantó a defenderme, sólo miraba.
Llegué a pensar que le gustaba verme, que se alimentaba del sonido que hacían mis lágrimas
del olor de mi llanto.
El dolor hizo un nudo entre nosotros, así poco a poco dejé de temer, sabía que tenía un espectador. Sentirlo cerca me hacía creer que había un mundo lleno de posibilidades donde él salía de ahí y me salvaba.
En un momento vino la neblina de vuelta, trajo consigo más mordidas hasta que el peso de otro cuerpo sobre el mío rompió una de mis costillas. Mi pecho se ablandó y ahora no podía respirar. Fue entonces cuando él salió del clóset, cubrió la habitación con toda la oscuridad y mi piel se empezó a incendiar, sentí ese nudo llevándome cerca de él, abrió la cama y nos jaló al infierno donde se alimenta de mí y cada día crece más hasta algún día dominar el mundo juntos o hasta que sólo quede la carcasa de lo que yo solía ser.
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